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La zorra y el burro (II)

Érase una vez un burro que paseaba por el campo. Era un día soleado y se dirigió hacia el monte, más allá del río que recorría el valle, y una vez allí se tumbó a descansar. Pero entonces, unos enormes nubarrones cubrieron el cielo y una lluvia torrencial comenzó a caer. Corrió hacia el camino de vuelta a su hogar, pero se encontró con que las aguas del río ya no eran tan calmadas y corrían fuertes y peligrosas.

El burro intentó saltar de roca en roca hasta alcanzar la otra orilla, pero carecía de agilidad suficiente y comenzó a ser arrastrado por la corriente, río abajo. En ese momento apareció por la otra orilla una zorra, quien viendo la situación corrió a intentar ayudarle.

«¡Agárrate a esa rama de pino que cuelga sobre el río! ¡Con ella podrás salir!», aconsejó la zorra. «¡No! ¡Tú lo que quieres es que me quede colgando para comerme!», replicó el burro. Y así, fue arrastrado más allá del pino, con la zorra siguiéndolo a toda prisa. «¿No ves que eres demasiado grande para mí? ¡Nada hacia la izquierda, esas zarzas en la orilla te servirán para frenarte!», le gritó poco después. Pero el burro no quiso: «¡Ni de broma! ¡Me tendrás a tu merced y me darás un bocado!».

Así, el burro fue descartando todas las opciones que la zorra le propuso. Cuando el río llegó por fin a su desembocadura en una catarata, intentó entonces buscar otra salida, pero ya era demasiado tarde y se precipitó a su final.

Moraleja: si el consejo es bueno, da igual si es del enemigo o del galeno.


Inspirado por el original.