Susana no pudo evitar sentirse identificada con esa juguetona gota de agua que se deslizaba por el cristal. A ambas, el caos de nubes y rayos que les rodeaban les era indiferente.
Ya no temía los envites del destino. Su corazón, ahora aguerrido, albergaba la fuerza del cambio. La misma que le había empujado a dejar atrás un trabajo que ya no era futuro, una pareja que ya no era cómplice, una ciudad que ya no era un hogar.
El sol la recibió en el andén. Fuera de la estación le esperaba una nueva vida por escribir.
Este relato fue escrito originalmente como participación para el II Certamen de Relatos Breves de Renfe.