Skip to content

Placebo (13/11/09, Estocolmo)

Si alguna vez James Ulrich se os acerca todo sonriente con una “oportunidad de oro para medrar en la redacción”, dejad de soñar con entrevistas a Shakira en la alfombra roja y decidle que no. O acabaréis exiliados en el norte cual disidente soviético picando piedra en Siberia.

De todas formas ya que estaba desplazado en tierras azuligualdas conseguí que me pagaran un pase para acercarme a ver a los chicos de Placebo y comprobar si era cierto lo que se decía de sus directos.

Era un evento chiquito, nada masivo, y por tanto tuvo lugar en un recinto modesto (en algún lado leí algo de 3000 personas). ¿Veis la bola de ahí abajo?

Pues ahí no era, era en el edificio de al lado. Ese lo reservan para Springsteen y la Jurado cuando subía a cantar coplas.

De todas formas al salir del metro no había mucha pérdida: un reguero de quinceañeras con exceso de maquillaje negro y suecos fashion-fasion marcaba el camino de baldosas amarillas al reino de emOz. Omitiré comentarios sobre la chica con numerosos cortes y cicatrices en el brazo que tuve el lado durante parte del concierto. Yo os juro que me encanta este grupo y soy muy normal.

Tras presenciar cosas inusitadas pero típicamente norteñas (una perfecta cola para el ropero, porteros educados que no miden 2×2) nos plantamos frente al escenario. No ocultaré mi enfado por el hecho de tener que soportar DOS teloneros y media hora de cortometrajes. Acepto que el trabajo de telonero es una forma de dar a conocer gente y de calentar al público, pero en serio, no he pagado para veros. Los primeros, United, no eran muy allá (aunque decentes); los segundos, Expatriate, ya tenían mejores visos y se les notaba mayor profesionalidad. Pero yo había venido a batallar por el sol y se me hicieron eternos. Cuando empezaron con los chorrivideos que parecían sacados de un mal concurso de Youtube, creí que iba a empezar a ostias. Al final dos horas hasta que empezó el asunto de veras.

El escenario era sobrio: una pantalla de LEDs al fondo en la que irían saliendo imágenes sugerentes pero no muy directamente relacionadas, todos los acabados en blancos y metálicos (incluída una chaqueta de lentejuelas del bajista) y poco más destacable excepto una guapa rubia que tocaría teclados y violines.

Placebo puede no parecer un grupo muy duro, pero os aseguro que hacía tiempo que no veía tanta caña. Duelos guitarrísticos entre Brian y Stefan, mucho intento por animar a la gente, berridos y una sensación auténtica de “hey, no lo hacen por show, se lo están pasando bien y lo están viviendo” dieron una experiencia muy positiva. Yo creo que Brian cambiaba de guitarra en cada canción porque las cuerdas le acababan echando humo.

Dramatización.

Pero no fue suficiente para detener esa negra sombra que acecha sobre el mundo, ese mal epidémico que se extiende imparable y que ya incluso pudimos vislumbrar en España (Héroes del Silencio, Valencia, 2007). Es el “dontancredismo”, una dolencia consistente en rigidez corporal y mirada al vacío como quien espera a que el semáforo se ponga verde. Y en Suecia esto alcanza niveles insospechados.

Yo como buen patriota del jamoncito serrano y la tapa de tortilla, me arrejunté con otros españoles y por supuesto comenzamos el evento cantando a grito pelando, saltando y moviendo el esqueleto. Pero éramos cinco en un mar de miles de personas estáticas, hipnotizadas, pegadas al suelo con Superglú. Yo no la veo forma de vivir un concierto, porque además nos cortaba bastante el rollo al resto.

Volviendo ya al propio Placebo, que no tienen la culpa de la sosez de sus asistentes, quizá eché de menos algo más de conversación con el público, pero comprendo que no era un evento multitudinario y no van a esforzarse tanto (¡aunque bien podían!). La selección de canciones fue en gran parte de su último disco, como era de esperar, y algunos clásicos. Un españolito se lamentaba de no ir a escuchar Pure Morning (y así fue), y yo por mi parte eché de menos This Picture. Pero compensó cuando tras morirnos con Special K van y encadenan con The Bitter End.

En resumen, que Placebo es una banda que engaña, porque se da mucha vida en los conciertos y su música torna más apropiadamente rockera. No dejéis de ir a verlos, que ellos también tienen que comer.

Yo seguiré aquí con mi dieta del salmón.

¿No hay setlist?

No, no lo fui anotando, estaba concentrado en que nadie se equivocase de brazo y me cortase a mí las venas. Pero lo puedes ver en SetlistFM.

¿Y fotos?

Tuve que vender la cámara para comprar el vuelo de RyanAir, que no quedaban de los de un céntimo. Pero igual no habrá fotos de sobra en Google. Toma una para que estés contento.

No te quejarás, con borrosidad y todo como si la hubiese sacado yo.

Te has olvidado de darles nota.

Hum, ¿también puntuamos los conciertos? Ese email me debió llegar a la carpeta de spam. Pues les planto un 8: estuvieron muy bien aunque apreciaría algo más de charla por parte de Brian en vez de hacer de simple radiocasette. Pero me han sorprendido gratamente.

Nota: 8/10
⭐️⭐️⭐️⭐️⭐️⭐️⭐️⭐️

Página oficial | MySpace | Last.fm


Publicado originalmente en Tanaka Music.