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No estás soñando

No, no lo estás.

Sigo vivo. Y sigo acordándome de que tengo un blog, aunque haga casi dos meses que no pongo nada nuevo. Digamos que no se me ocurría nada para poner, y he estado liado con otros asuntos.

Para aclarar las cosas, posteo desde Vigo. Si alguien no lo sabía, he tomado la decisión de pasarme los próximos 5+ años de mi vida intentando sacar la carrera de Industriales. Bien. Pues retomando viejas costumbres, pasemos a un análisis detallado de la situación tras casi un mes de mi llegada a tierras olívicas.

La ciudad es ideal para tonificar muslos y piernas. Cuenta la leyenda que una serie de gordos pastores vagos fueron malditos por el dios Biomanán para que la tierra que habitaban se escorase hacia el mar, creando una enorme ladera. Los pobres pastorcillos se vieron condenados a escalar senderos que llevarían tiempo después nombres como Calle Colón o Gran Vía. El dios tenía una mala baba impresionante, y colocó la estación del tren en lo alto de una cuesta que luego sería llamada Paseo de Alfonso XIII, lo cual colmó de regocijo a aquellos que habrían de subirla cargando con su maleta, así fuera de ruedas. La invención del automóvil cabreó a la malévola deidad, y ya que no podía condenar a los pastorcillos cansándolos, decidió hacerlo aburriéndoles. Y dicho y hecho, situó el Campus Universitario a 45 minutos en bus, en lo alto de la más alta torre, digo, colina.

Quiso ese dios que el diseñador tuviese la gripe el día que se construyó la facultad de industriales, y fuese Stevie Wonder el encargado. Así acabé estudiando en un edificio de hormigón blanco y verde oscuro, con goteras los días de temporal, cuyas tuberías lucen alegremente en el techo y que filtra la luz de las habitaciones adyacentes por los lados de las columnas. Perfecto, ninguna mejor garantía de lo buen ingeniero que serás que ver el estado de tu escuela… Y nada que levante más el ánimo que ver la facultad de derecho con parques y lagos, pasillos colgantes de cristal… y una mayor proporción de chicas por metro cúbico. Y ya no hablemos de Traducción o Ciencias del Mar. ¿A qué vienen esas caras? ¡Uno también es humano!

Las asignaturas son muy generalistas, de momento. Álgebra Lineal es ideal para una persona que, como yo, odia las matrices y siempre se equivoca cuando opera con ellas. Si tan sólo me dejasen usar el Matlab en los exámenes… Cálculo Infinitesimal es el remix de todos esos conceptos abstractos de las matemáticas que nunca llegaste a entender, unido a integrales criminales y demostraciones dignas de John Nash. Fundamentos de Química fue diseñada para borrarte el recuerdo bohemio de la parte divertida de los experimentos y sustituirlo con un galimatías de teorías y explicaciones ultradetalladas más cercanas a las matemáticas de alto nivel. Pero no me quejo, en vista de la cantidad de gente que hace años que no tuvo química.

Expresión Gráfica o vamos a enseñarte dibujo artístico en una carrera técnica. Física General es del estilo de Química: inundemos el temario de matemáticas abstractas hasta que visualices vectores y relaciones trigonométricas hasta en tu cepillo de dientes. Y por último, la inocente Fundamentos de Informática, ese fútil intento de convertir un puñado de estudiantes (la mayoría, sorprendemente, con ‘alergia’ a los ordenadores) en programadores. En esa espero sacar matrícula… ¡demonios, es Visual Basic!

Ahora que me releo, parece que estoy dando una visión negativa de todo. Supongo que se me da mejor hacer de Abogado del Diablo que de Vendedor de Motos. Hay cosas buenas, claro, pero es será tema de otro post. De momento, c’est tout.

Ahora os toca a vosotros exponer vuestro análisis de la vida universitaria.

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