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Los 10 principios del buen diseño de neologismos

Las palabras no nacen en los árboles. Las creamos los hablantes cuando nos damos cuenta que ninguna de las que ya conocemos encajan exactamente en lo que necesitamos.

Algunas las inventamos en el fragor de la conversación, improvisando lo primero que nos viene y tirando para adelante sin mirar atrás. Otras surgen de forma más meditada: puede que seamos traductores, científicos, periodistas o incluso activistas por una lengua minorizada, intentando dar alternativa a los préstamos de la lengua dominante.

Aunque al producto de todas estas situaciones les llamamos neologismos, mientras que esas primeras palabras improvisadas suelen ser efímeras, las diseñadas de forma consciente suelen crearse con la idea de que duren. Su criterio de éxito es que se extiendan entre los hablantes y sean usadas repetidas veces hasta que ya no se perciba nada de raro en escucharla.

Así pues, parece posible formalizar qué es lo que hace que un neologismo esté bien planificado, ¿y qué mejor punto para comenzar que los 10 principios del buen diseño? Este decálogo fue enunciado por Dieter Rams, uno de los diseñadores industriales más brillantes de la historia. Seguro que con un par de ajustes podemos adaptarlo también a la lexicología.

Estos principios, claro está, no pretenden ser un lista de requisitos para el éxito, si no una recopilación de los factores que ayudan al éxito. Un diseñador de palabras tendrá más fácil que su obra encuentre calado entre los hablantes si sigue estas directrices de la misma forma que un diseñador de objetos venderá mejor su cafetera si aplica el buen diseño al construirla.


1. Un buen neologismo es innovador

Un neologismo debe ser disruptor; en particular, debe superar a todas las opciones ya existentes. Una propuesta que sea menos práctica, menos concisa, menos precisa o menos clara que las que ya tiene el hablante a su disposición nunca será la elegida. En planificación lingüística se juega a ganar por paliza.

2. Un buen neologismo es útil

Un neologismo solo será buen diseño si realmente hay una hueco lingüístico a llenar. Si nunca hay necesidad de usarlo, pasará sin pena ni gloria y habrá sido un desperdicio. En el peor de los casos, una propuesta innecesaria enmaraña y confunde con las ya existentes.

3. Un buen neologismo es estético

Un neologismo tiene que ser una solución elegante y bien ejecutada. La propuesta planificadora tiene que estar bien definida y ser lo más unívoca y clara posible para cada caso. Cuando se ofrecen varias posibilidades mediocres y difusas para un mismo hueco lingüístico, no van a cuajar.

4. Un buen neologismo es comprensible

Un neologismo debe ser transparente. La idea de un neologismo es precisamente servir de resumen de su significado para el oyente; si siempre hay que aclararlo luego, ¡no vale de nada acuñarlo!

5. Un buen neologismo es discreto

Discreto significa que no llama la atención, que suena natural, y tiene una forma armónica con su entorno. Un neologismo que se camufla fácilmente entre otras palabras del léxico enseguida se sentirá como una más. Ante esto es importante sobre todo fijarse en que una solución que funcione en otra lengua, incluso si es muy semejante, puede que no funcione en la presente, resultando estridente desde un aspecto fonético o morfológico.

6. Un buen neologismo es sincero

Los humanos somos humanos, y por tanto erramos. Neologismos que se parezcan demasiado a otras palabras en la ortografía o la fonética acabarán por crear confusión. Un neologismo engañoso, que pueda llevar a error en primera lectura o escucha, causará frustración.

7. Un buen neologismo es duradero

Un neologismo se planifica para que sea una aportación persistente en el vocabulario, que rellene un hueco de forma firma. Por tanto, no podemos basar su idoneidad en circunstancias temporales que pueden quedar desfasadas, o referencias oscuras y efímeras que harán cojear su relevancia en cuanto pase la moda.

8. Un buen neologismo es minucioso

Un neologismo diseñado minuciosamente es aquel para el que se han explorado todas las posibilidades, sin cegarse por soluciones obvias que puedan ser inferiores. Toda elección debe tener su razón y toda alternativa debe ser evaluada y descartada justificadamente en todos en sus aspectos antes de realizar una propuesta.

9. Un buen neologismo respeta su entorno

El neologismo tiene que poder dar pie a una familia léxica relacionada cuyos miembros sean capaces de respetar también estos principios. De lo contrario, verá cortadas sus alas en cuanto su uso se extienda y comience a requerir derivaciones (sustantivado, verbalización, etc). ¡Plantar un árbol muy cerca de otro hará que sus ramas choquen entre ellos!

10. Un buen neologismo es su mínima expresión

No siempre la solución es crear nuevos lexemas. Cambios semánticos, derivaciones o expresiones compuestas también cumplen. Además, estas técnicas reducen la novedad del neologismo y requieren menos adaptación por parte del modelo mental del hablante. Se recuerdan mejor y se camuflan antes como una palabra más.


¿Y tú qué opinas? ¿Estás de acuerdo en este decálogo? ¿Se te ocurren ejemplos de palabras que incumplan alguno de estos puntos?


Imagen de cabecera por Vitsoe, licenciada bajo CCBYSA.

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