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It’s the end of school as I’ve known it

(But do I feel fine?)

Sé que llevo demasiado sin actualizar, pero es que estas últimas semanas no ha pasado mucho digno de comentar en la actualidad general y he tenido exámenes finalísimos, así que no se me ocurría por qué escribir. Pero hoy es distinto.

Como digo, he tenido exámenes finales. Pero finales-finales. No son fin de trimestre ni fin de curso. Son fin de instituto, y en mi caso aún más que eso, fin de colegio. Se puso hoy punto y final a 14 años seguidos, llenos de anécdotas y experiencias. Cada esquina de las instalaciones tiene una historia que contar para mí. A mucha gente no le importarán un carajo, pero este es mi blog y escribo en él lo que quiero. Así que haré un repaso de mi trayectoria en Santa María del Mar.

Pero antes aclarar una cosa. Uno espera que en estas ocasiones se produzca algo épico o resaltable. Una emotiva despedida o algo así. Realmente no. El examen de dibujo no salió todo lo bien de lo esperado y el profesor de mate irrumpió en clase anunciando el desastre del miércoles pasado y retándonos a los inconformes a acudir el martes próximo a las 9. No creo que vaya ya que fuimos algunos a hablar con él y nos tranquilizó nuestros casos en concreto. Pero, de todos modos, impone.

Y tampoco es que no vaya a volver por allí, el miércoles que viene es la graduación – en realidad la entrega de insignias de ex-alumnos de la Compañía de Jesús ¬¬ – y el viernes hay que ir a por las notas. Y luego varias semanas de preparación de Selectividad. Pero, técnicamente, no tendría por qué volver, si exceptuamos las notas. Así que, de todas formas, podríamos hablar de fin de un período.

Recuerdo, como decía, muchas cosas. Por ejemplo, el primer amigo que hice. Mi madre me dijo pásalo bien y haz muchos amiguitos. Bueno, cuando estábamos a las puertas de la clase de primero de parvulitos, vi a un chavalín todo con cara de alucinado y pensé que sería bueno para empezar. Pues nada, me acerqué a él y le dije Hola, soy Jorge, ¿quieres ser mi amigo?. Y me dijo que Vale. Fue algo así, aunque Krisko no lo recuerde. Luego entramos y nos pusieron a dibujar y colorear.

Realmente, ahora que lo pienso, no debí tener buenas profesoras de parvulitos, porque yo para las artes plásticas soy negado y eso que es lo único que haces en esa época. Me acuerdo de varias cosas relacionadas con eso. Mis esculturas de barro inestables (parecían gelatina), por ejemplo. O aquella vez que un colega (Edu) pintó un árbol lila y yo le iba a imitar porque me había encantado la idea. Pero la represiva profesora, en un ataque desmedido que aún no entiendo, dijo que eso era anti-natura y estaba prohibido, y le echó una buena bronca. Pero sin duda, desarrollé mi precoz rebeldía el día que me echaron de clase por perder un pez de papel que había que punzonear. En realidad un compañero llamado Yago me lo robó, pero yo pagué la culpa. Claro que cuando la profe vio que fuera, en los columpios, lo pasaba mejor que dentro, me invitó a volver a entrar.

Ya en primaria, me pasaba más tiempo en el pasillo que dentro, porque hablaba por los codos y entretenía a la peña. Aunque el castigo más común era enviarme a dar vueltas a la pista de atletismo. Así estaba de flaco, claro. Y quién no recuerda esos maravillosos vídeos de dibujos animados contra las caries o aquellos otros de seguridad vial (Seguriño, Seguriño, ¡iso está ben, está moi ben!, o Camaleo). En los recreos, el rey era el fútbol, sobre todo lo que llamábamos El partido del siglo, el cual irónicamente se jugaba todos los días en cada recreo. Eran dos muy buenos (Viqueira y Babio) contra Krisko y yo (los cuales seguimos siendo tan mantas como ahora), en un campo que debía medir unos 90 metros. Yo creo que debió ser el hartazgo de aquella época lo que me provoca el aborrecimiento del deporte rey de bares y sillones.

Con el tiempo eso se fue dejando de lado. En sexto jugábamos mucho a las cartas, sobre todo al mentiroso, con la modalidad del palique o el palique generoso, eufemismo del castigo físico al perdedor. No os creáis que lo flagelábamos con látigos, era más bien simbólico. También en ese curso jugábamos al frontón, bueno, le llamábamos así pero no era el de tenis. Se cogía una pelota y una pared y cada jugador tenía que darle un golpe a la pelota de manera que diese un bote y luego en la pared, y luego un bote y le daba el siguiente, y así sucesivamente. La coña era ponérsela difícil al siguiente para que fallase y fuese eliminado (daba dos botes antes del golpe, no botaba antes de ir a la pared, o lograbas hacer un dragón, que era que la bola botaba y retrocedía volviendo a la pared, eliminando al siguiente).

Y ya nos plantamos en la ESO. 1º fue un curso bastante anodino, en 2º llegó la fiebre Pokémon, que me duró ese año y el siguiente, y luego está 3º. Tercero fue el curso del desfase para todo el mundo. Nadie hizo nada y nadie logró sacar mejores notas que ese año. Hubo varios con todo sobresalientes, aunque no es mi caso (puta gimnasia, notable). Además, conocí al Padín, y semiocultos en una esquina de la clase con Barbadillo, otro colega, nos pasábamos las clases haciendo coñas que ahora no voy a explicar porque tampoco se iban a pillar, como la secta Arual o la Laztarius Deliziosus, pero que tenía que nombrar porque no podían faltar.

Cabe resaltar cómo, según subes de curso, se les va más la pinza a los profesores. Aquí podría tirarme cuatro posts hablando de eso, pero como las notas me las ponen el jueves, me callo. Además, acabaría siendo un post cabreo-rajada general de todo el mundo y no es plan de ridiculizar a nadie, que se ridiculizan solos, algunos. Otros son la ostia, para qué negarlo.

Y bueno, ya entramos en lo más reciente, terreno pantanoso del que empieza a ser comprometido hablar y del que tampoco resta nada destacable. Como conclusión, saludar a los que nos han dejado (Caride, Santi Sierra, Viqueira) y saludar a los muchos que han llegado y siguen (podría tirarme cinco años citándolos, realmente, y me dejaría a alguien, fijo, así que no me meto en camisas de once varas).

Os invito a que dejéis vuestras anécdotas en un comentario. Pero casi prefería que os extendieses en vuestros relatos de infancia y convirtiérais esto en un pseudo-meme.

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