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Héroes en Valencia

Ya estoy de vuelta del finde largo que me pasé yendo y volviendo del concierto del pasado dí­a 27. Como alguno aún estará algo perdido, era de Héroes del Silencio, era su gira regreso y supuesta muerte (a ver si esta más real que la otra) y era el último concierto. Expectativas altas, muy altas, pues.

Cabe decir que el viaje genial, ya aunque solo fuese por el hecho de cruzarse medio paí­s con los colegas y salir y tal ya se sabe que iba a valer la pena. En Madrid casi nos detiene la nacional, aunque la serendipia hizo que el poli fuese de Coruña y nos dejó ir con un veña, anda, veña. Y en Valencia… pues ya lo siento pero es una caca de ciudad, literal, porque tanta mierda de perro junta nunca vi.

Vayamos pues al grano, al concierto. Voy a ser directo: me ha decepcionado muy mucho. Los periódicos hacen mucho hincapié en la mala organización, caos en los accesos, etc. Y ciertamente fue una puta mierda, Éramos miles de personas y solo un puñado de buses, la gente rompí­a faros, las liaba gordas, y con todo y eso la guardia civil aún tardó tres horas en llegar. Y a la entrada abrieron puertas ocho horas antes y venga, a esperar de pie todo ese rato guardando el supersitio que has conseguido a base de correr.

Pero eso tampoco me importó. Ni siquiera que no tocasen Virus, una de mis favoritas, aunque al acabar el concierto fue en este hecho en el que más volcara mi ira. El problema fue el público. Me duele usar este argumento, pero es que eran todos una panda de carrozas. Claro, los fans clásicos. Gente de 35+, a los que les pesa el culo y no tienen las energías necesarias para un concierto de rock.

¿Yo a qué voy a un concierto? A que la piel de gallina que se me pone cuando salto y me desgañito en casa berreando Entre Dos Tierras, se potencie cuando veo a otras 79.999 personas también exaltadas y nos fundamos todos en una euforia colectiva. Suena exagerado pero coño, por la música no va a ser, que mejor que el disco no suena, y ver a Bunbury a un metro me la sopla. Voy por el ambiente, vaya.

Y aquí­ ni dios saltaba ni se movía ni gritaba otra, otra ni lo viví­a. La gente estaba quieta, de pie, zombie. Cantando, sí­, pero como quien tararea en el sofá de su casa. Y eso me cortaba el rollo muchí­simo. Me aguó completamente la experiencia. Me decí­an que yo iba buscando un concierto de Héroes de los que podí­an haber hecho en los 90, pero que tení­a que comprender que esta es otra gente. No sé. Yo estaba bien adelante, de los que corrimos cuando abrieron puertas, así­ que se supone que estaba junto a los más flipados. Y ni a ellos ni a los de preferente (la zona VIP, pegada al escenario) les veí­a que estuvieran orgasmando. Es más, cuando hicieron el paripé de venga ya nos vamos, apenas nadie pidió su regreso. De hecho para mí que se hartaron de esperar, y viendo que el público no iba a solicitar un bis, volvieron ellos mismos al escenario. Claro, es de pero si sabemos que van a volver, para qué gritar. ¡Qué clase de espí­ritu es ese en un concierto de rock! ¡Que no estás oyendo a Pancho Céspedes! Panda de vagos.

Básicamente fue ese hecho el que me jodió el concierto. A menor nivel también influye que la selección (y orden) de las canciones fuese bastante pf, tocando las lentas al final del concierto (cuando se debe acabar cañero, con las expectativas altas, dejándote con ganas de más). ¿Cómo cierras con En brazos de la fiebre, que ni siquiera es tan conocida/buena/tiene un final decente, en vez de con La chispa adecuada que la tocaste dos antes? Yo igual soy muy basto, pero acabarí­a con Avalancha, que es un final en cénit, que sabes que todo el mundo va a corear, y que siendo como es un poco el himno de los fans de HS, es una manera de dedicarles la gira y decirles sutilmente que los Héroes son ellos. Aparte, el despliegue de lanzallamas que prepararon para ella se merece usarlo en una posición destacada y no por el medio.

También quemaron los cartuchos gordos todos juntos; por no mencionar que algunos de ellos como Entre Dos Tierras o Iberia Sumergida piden a gritos un inicio en frío, a oscuras, con los acordes del principio, y una apoteósica aparición del grupo y encendido de luces cuando entran de lleno en la canción. Y no lo hicieron. Estaba poco currado, vaya, aunque el detalle de la cuenta atrás durante Iberia Sumergida le daba un aire apocalíptico de revolución inminente muy guapo y muy acertado.

Termino pues este análisis comentando la metáfora de la Srta. Dí­az, quien comparó este evento con dos gruesos panes de hamburguesa con solo un fino tranchete de queso en medio; y aunque el queso esté muy bueno y sepa muy bien, queda amortiguado por tanto pan de espera. Sic, o casi.

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