En el Off-Topic de Meri me encuentro este texto de juan_brujo. Me parece precioso… lo consideraría casi el manifiesto de una generación. No me siento totalmente identificado, ya que últimamente no foreo mucho, y tampoco participo en ningún clan, pero sin duda me siento cercano este grupo y asumo su sentimiento como el mío.
Hoy he mirado hacia mi vida cotidiana, en ese grillete que llevo puesto desde hace unos años, una espina que tengo clavada. Me da la extraña sensación de vivir en un país lejano al mío. Una especie de emigrante en un lugar que no es el mío, donde uno se siente que acoplar y adaptar a las costumbres del lugar, guardando para si toda su cultura, pues es incompatible en esta sociedad. Todo cambia cuando llego a mi casa, me meto en mi habitación, pulso ese botón, y los sonidos de los ventiladores de mi torre, me acompañan hacia un mundo en el que no estoy solo. Millones de personas que comparten mis aficiones, gente que se refugia en un mundo virtual. Personas que detrás de un nick no tienen miedo a expresar sus sentimientos.
Me acuerdo de aquel día en el que era la primera batalla con mi clan del Battlefield 1942. Por casualidad, mis amigos estaban en mi casa y presenciaron la escena :D. Una semana creando tácticas, duros entrenamientos y comunicación por Roger Wilco. Cuando empezó, mis amigos se revolcaban de la risa al ver la escena, esa seriedad con la que nos tomábamos aquello, y en parte les entiendo, es una imagen dantesca. Pero claro, yo me quedo alucinado cuando me voy con ellos a ver un partido de fútbol, en el que todos están como regaderas insultándose entre ellos, con el único entrenamiento que beberse miles de cervezas antes y el único movimiento de neuronas en saber el insulto más inteligente y más dañino a la vez. Yo no quiero eso, pero soy un puto bicho raro por jugar en un clan.
Luego están las amistades que tengo por internet, lo ven más que extraño. Pero aquí tengo temas de discusión para horas, gente que abre su corazón sin tapujos. Me niego, repito, me niego rotundamente a que el momento de máxima sinceridad sea en el aseo de un pub a las tres de la mañana compartiendo un billete de veinte euros enrollado y restregarlo por la tapadera de un inodoro impregnado de polvo blanco.
Es muy frío este mundo, lleno de kilómetros de cable, pero a través de toda esta red, tenemos un hombro virtual en el que llorar, y tenemos a miles de personas que prestar nuestra ayuda. Es extraño, donde las mayúsculas son gritos y los sentimientos son smilies. Pero no sé que tendrá este mundo, que detrás de tus palabras, puedo adivinar que tienes una sonrisa en tus labios.
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