He aquí el reportaje en exclusiva de mi semana en Londres el pasado mes de agosto. Primero unas consideraciones generales y las fotos, con comentarios, después.
Sobre el viaje: Esta no fue la típica aventura con los colegas de ratear dinero y visitar más pubs que museos. Fui con mis padres, lo que implica más porcentaje cultural y menos vida nocturna. Ah, pero no os riáis, mis pequeños compadres. Ya ahondaré en ello, pero el acceso a un mayor presupuesto es crucial en Londres. Como aperitivo, tres entradas a la Torre de Londres (una de ellas con descuento de estudiante): 70 eurazos. Eso sí tiene precio aunque pagues con MasterCard. Ahora bien, me quedé con las ganas de profundizar en mis ligoteos con las camareras del Starbucks.
Sobre la peña: Digo yo que abriré un nuevo párrafo antes de que me siga yendo por las ramas. Es una ciudad muy multicultural: hindús, hispanos, negros… una sopa de razas. Y todos impregnados del saber estar inglés. Si estás en un pasillo, aunque tengan tres metros para pasar lo harán con cuidado y diciendo Sorry. El conductor del metro repite tres veces por parada (literal) que tengas cuidado con las puertas, que te apartes y que al salir tengas cuidado con el hueco entre el vagón y el andén.
Sobre los transportes: Y es que es imposible volver de Londres sin enamorarte de su metro, que es lo más cercano al teletransporte que tiene el hombre. Rápido, eficiente, práctico, te permite moverte a tu gusto por toda la ciudad y además acarrea consigo toda una plétora de iconografía carismática como el logo, los colores de las líneas, las expresiones típicas… Además es bastante barato, en comparación.
Sobre la “pasta”: En comparación con las clavadas a traición que te meten en cualquier parte. ¡Allí te cobran hasta por respirar! Di tú que al ir de turista entras en todas las atracciones que como habitante ves una vez en tu vida, así que el gasto es considerablemente mayor. Pero hasta la comida resulta abusiva incluso en los McDonalds. Es otro nivel de vida.
Sobre la pasta: Y hablando de comida, nos volvimos con la duda de cual es la comida típica británica. Venga, por 25 pesetas, platos típicos de la gastronomía inglesa, como los fish & chips. Un, dos, tres, responda otra vez: fish & chips, eh… ¿sandwich vegetal? Porque, diablos, es lo que comía todo el mundo por la calle. Y recalco lo de calle. Lo que costaba encontrar un sitio para SENTARSE a comer no lo sabe ni Cristo. Así empezamos yendo a los Burger King cuando estábamos hartos de buscar. Y los últimos días, de italiano, a comer algo decente (también pasamos por un picante portugués en el que hasta el agua mineral debía llevar tabasco).
Y creo que eso es todo. No voy a comentar cada monumento porque creo sin exagerar que lo hemos visto todo. Así rápidamente, mi favorito fue el Palacio de Westminster porque es precioso y porque la guía, muy amable ella, nos iba contando un poco de la historia de los políticos y reyes de allí. La noria tiene unas buenas vistas y Camden Town es una barrio lleno de punkies y mercadillos.
Hale, al grano con las fotos, que para que un blog sea blog ha de tener grandes dosis de egocentrismo. De todas las que sacamos escogeré unas pocas así más frikis.
Por ejemplo esta en el 221B de Baker Street, en la que me permito aclarar que el tipo era real aunque parezca un muñeco:
También tenía otra foto en ese museo con Moriarty, pero se le acabó la batería a la cámara y la hicimos con una desechable y salió demasiado oscura. Worry not, os he hecho una reconstrucción de mi pose:
Otra obligada para todo fan del Doctor Who:
Y terminamos con la joya de la corona:
¡Hasta el próximo post!
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